La Orden Benedictina, según la tradición, fue fundada en el año 529 en Subiaco por San Benito de Nursia, la comunidad se trasladó en 530 a Monte Cassino, donde se fundó su monasterio más importante y en donde se dotara a la comunidad con la regla correspondiente. Esta fue adoptada posteriormente por muchas otras órdenes y se basaba principalmente en tres votos: pobreza, castidad y obediencia; se exigía además al monje perfeccionar su carácter y dedicarse alternativamente a los trabajos intelectuales y corporales. Los benedictinos además de mantener encendidas las llamas de la fe, fomentaron la agricultura y cuidaron del saber a través de la conservación y copia de manuscritos antiguos.

La obra presenta a san Benito formando parte del tronco del gran árbol de la orden, con su mano derecha sostiene el Libro de la Regla y con la izquierda el báculo abacial que lo distingue. (1) Del tronco del árbol parten ramas simétricas hacia ambos lados, de las que penden medallones con representaciones de sumos pontífices, emperadores, reyes, cardenales, doctores y santos que han surgido de la orden y que constituyen las generaciones de este árbol genealógico. Entre los personajes que se pueden identificar se encuentran san Gregorio Magno, san Bonifacio IV, san León III, san Gregorio IV, san Gregorio II, san Ildefonso Toledanus, san Eugenio, san Anselmo y san Roberto, entre otros.

En la parte inferior de la obra los doce personajes que se encuentran a los lados del tronco, parecen referirse a las fundaciones de los doce monasterios, que con doce monjes cada uno tuvieron lugar en la región de Subiaco. (2)

(1) Juan Ferrando Roig, Iconografía de los santos, p. 14.

(2) Ramón Molina Piñedo, San Benito, fundador de Europa, p. 61.